jueves, 20 de noviembre de 2008

FERRO DEL 82


El triunfo de la humildad y la modestia por sobre todo. Una muestra contundente de cómo la convicción y la unión total de un grupo puede alcanzar la cima. El trencito conducido magistralmente por Timoteo llegó bien llejos y se metió en la historia grande del fútbol argentino.
No pudieron esperar hasta el pitazo final. Había mucho por festejar, mucha alegría contenida, mucha bronca acumulada por lo cerca que se había estado en el campeonato anterior, muchos años de espera para dejar escapar ese tan deseado grito de campeón. Por eso la invasión al campo. Por eso la suspensión de la segunda final frente a Quilmes a un minuto del final. Ferro era campeón por primera vez en su historia. Y valía la pena celebrarlo así, a lo grande.

Pero antes de ese momento sublime, de ese instante que pasó para siempre a la gloria, hubo un equipo que se fue moldeando de a poco, que fue afianzando fecha a fecha su chapa de serio candidato.

Los números hablan por sí solos de lo que fue este gran campeón: terminó invicto tras 22 partidos disputados, con 16 triunfos y 6 empates. Marcó 50 goles y sólo le señalaron 13. Esas cifras impresionantes se sustentaron en un aceitado funcionamiento colectivo y, por supuesto, en nombres propios: Cúper, Garré, Saccardi, Crocco y Rocchia fueron los símbolos y no se perdieron un solo juego. El propio Rocchia además aportó 6 tantos, segundo en ese rubro detrás del gran artillero de este equipo, Miguel Juárez, autor de 22 goles. Nada menos.

El camino transitó en todo momento por los carriles de la humildad y la modestia y con una sola convicción: concretar, por fin, el ansiado título de campeón. Jamás se perdió ese rumbo y así se fue lubricando esa maquinita conducida desde afuera por Timoteo Griguol que terminó marchando a la perfección, siempre con la sencillez como bandera.


LA PALABRA DEL DT

"Esto es la consecuencia de un plan serio y responsable. Cuando terminó el Nacional 81 pensé que íbamos a estar en el 82 otra vez peleando el título y no me equivoqué. Si mantuvimos el mismo trabajo, la misma gente y la misma dedicación, no podíamos otra cosa que mejorar".

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